Vine ayer con el artículo "Siempre al día" de Reverte y hoy pongo otro que he marcado cómo interesante, "Pinchos magrebíes", artículo publicado en 2001, pero de todos modos aplicable a hoy en día:
Hay que ver la de tiempo libre que tiene la gente. En los últimos tiempos he recibido varias cartas afeándome el uso que hago de palabras políticamente incorrectas. Lo de negro, por ejemplo. Cuando me refiero a un negro diciendo que es negro -a mí me han llamado blanco en África toda la vida- resulta que soy xenófobo. Escribir que algo es una merienda de negros, por ejemplo, o que esa negra está para chuparse los dedos, o hahblar de la trata de negros, me asegura media docena de cartas poniéndome de racista para arriba. Hasta decir cine negro o lo veo todo negro es peyorativvo, argumentan; y pasarlas negras, sin ir más lejos, se asocia de modo racista con pasarlas putas. Por eso también debería evitar la palabra negro como sinónimo de cosas malas o negativas. Así que diferencie, cabrón. No influya perversamente en la juventud. Llámelos subsaharianos, sugieren unos. De color, sugieren otros. Afroamericanos, si son gringos. Etcétera. Y a veces, esos días en que uno se pone a escribir sintiéndose asquerosamente coniliador, intento contentarlos a todos y a mí mismo -negro me sigue pareciendo la forma más natural y más corta- y escribo, verbigracia, subsaharianos de color negro; pero entonces, encima de que me queda un poco largo y rompe el ritmo de las frases, algunos piensan que me lo tomo a cachondeo y las cartas se vuelven más explosivas todavía. Estoy desconcertado, la verdad. ¿Naomi Campbell es o no es un pedazo de negra?... ¿El halcón maltés es una película de cine subsahariano de color?... No sé a qué atenerme.
Y lo de moro, ésa es otra. Debería usted decir norteafricano o magrebí, apuntan graves. Lo de moro suena a despectivo, a reaccionario. Hasta un erudito lector me lo calificaba el otro día de término franquista: los moros que trajo Franco y todo eso. Sin embargo, ahí debo reconocer que, por muy buena voluntad que le eche, se me hace cuesta arriba prescindir de una palabras tan hermosa, antigua y documentada. Moro viene por vía directa del latín maurus, habitante de Mauritania; figura en las Etimologías de San Isidoro y en Gonzalo de Berceo, y si hay una palabra vinculada a la historia de España, y que la define, es ésa. "Ganada a los moros en 1292 reinando Sancho IV el Bravo", leemos -los que leen- en los muros de Tarifa. Olvidar esa palabra sería ignorar lo que en las ciudades españolas aún significa morería, por ejemplo. O lo que la palabra morisco supuso en los siglos XVI y XVII. De cualquier manera, ahora que todo el mundo anda reescribiendo el pasado a su aire, tampoco tendría nada de particular que revisáramos la historia y la literatura españolas, empezando por el xenófobo y franquista cantar del Cid, sustituyendo la palabra moro por otra más moderna. Las coplas de Jorge Manrique perderían algún verso bellísimo; pero ganaríamos, además de corrección política, palabras como "pincho magrebí", que es aséptica y original, en vez de la despectiva "pincho moruno". Y reconozco que decir fiestas de norteafricanos y cristianos en Alcoy también tiene su cosita.
En cuanto a lo demás, pues lo mismo. Fíjense en lo de maricón, por ejemplo. A ver qué cuesta decir, en vez de eso es una mariconada, eso es una homosexualidad. O para decirle a un amigo no seas maricón, decir no seas sexualmente alternativo, Paco. Ya sé, opondrán algunos, que no hay palabras malas ni buenas, sino por la intención y el uso. Y la responsabilidad de que haya menguados que las utilicen sólo en sentido despectivo no es atribuible a las palabras en sí, que suelen ser nobles, antiguas y hermosas, capaces además de adaptarse a todo con los límites que imponen el sentido común y la decencia de cada cual. Pero en los tiempos que corren, si no quieres que te llamen cacho cerdo -me extraña que ahí no protesten las protectoras de animales por la asociación peyorativa-, debes hilar muy fino. En este mundo artificial que nos estamos rediseñando entre todos, el café debe ser sin cafeína, la cerveza sin alcohol, el tabaco sin nicotina, los insultos no deben ser insultantes y las palabras deben significar lo menos posible. Además, ojo con quienes se sienten aludidos aunque nadie les dé vela en el entierro. No vean qué cartas recibo cuando llamo agropecuario a un político cateto. Qué tiene contra el campo y la ganadería, me dicen. So fascista. O si le digo subnormal a alguien. Ofende a los minusválidos, me reprochan, olvidando que imbécil, tonto o diotas expresan lo mismo, y que las palabras son vivas y ricas, utilizables como insulto o como muchas otras cosas sin que eso las aprisione o las limite en un determinado contexto. Lo mejor fue cuando hablé de sopladores de vidrio refiriéndome a unos perfectos soplapollas, y protestó uno que soplaba vidrio de verdad. O cuando califiqué a otro de payaso, y acto seguido recibí una indignada carta de una respetable oenegé llamada -cito sin ánmo de ofender- Payasos sin Fronteras.
Ahí está. En mi opinión, estos artículos son de lectura casi obligada. Y además, al menos yo, me troncho leyéndolos.
5 comentarios:
vale tio sí, este tieen gracia. y además me ha recordado un poco ala conversación que tubimos el otro día en clase sobre la palabra "moro". Y bueno... la siguiente vez que te insulte trataré de hacerlo sin ofender a nadie xDD
No soy moro ¬¬
Sí, a ver si lo lee Alberto. Que miró la etimología de la palabra pero se abstuvo de hace comentarios, así que supongo que se dio cuenta de que razón no tenía. De todos modos, a ver si lo lee.
no te estaba llamando moro pero bueno...eso no es un insulto. pero nose.. no quiero llamarte cabron porque eso sería insultar a los machos de las cabras xDD
"no quiero llamarte cabron porque eso sería insultar a los machos de las cabras" OMG
Buen artículo, sí, y la verdad es que tiene razón. (por cierto, ¿no eran tres los artículos que tenías que postear seguidos?)
Sí, ese era mi plan, pero ya ves. Poco tiempo libre y pocas ganas. Mañana pondré otro (o quizás dos incluso), lo juro.
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